jueves, 13 de agosto de 2015

EL CUARTO MUNDO (II)

–Si queremos subsistir en estas condiciones  tenemos que ser más listos y más fuertes que todos nuestros enemigos, que son muchos. No sirve de nada correr más que ellos. Estamos hartos de correr, de ver como nuestra familia enferma y se les hincha la barriga, cansados de no poder llevarnos nada a nuestros estómagos. Estamos hartos de que vengan hombres armados a llevarse nuestras piedras, nuestro gas, la riqueza de nuestra tierra, nuestras vidas...
El jefe, que ya no parecía el jefe, sino uno de aquellos agoreros que moraban en las últimas cabañas, prosiguió con determinación su perorata.
–Aquí no hay teléfono ni cobertura, las noticias no llegan, nadie ha visto jamás un hospital y nuestros hijos para ir a la escuela  tienen que hacerse todos los días veinte kilómetros de ida y veinte de vuelta. Pero a partir ahora seremos fuertes, nadie podrá con nosotros.
El jefe de la tribu se tomó un pequeño respiro. Hacía demasiado calor como para acalorarse tanto.
–¿Entendéis ahora donde estáis? ¿Sabéis lo que todo esto significa?
Después de decir esto el jefe se calló, dando paso a uno de esos silencios calculados que solo los jefes pueden permitirse. Entonces fue cuando Bermúdez, el de recursos humanos, empezó a cuchichear por lo bajo, el muy flojo.

sábado, 8 de agosto de 2015

Africa Unite. (LIVE) ...Bob Marley--Subtitulos en Español

Ahora que parece que la moda de los blogs está remitiendo, a mí me da por retomar este blog circunstancialmente. El motivo no es otro que regalaros, queridos lectores de facebook y demás aparatos tecnológicos, un relato veraniego. Sí, como si esto fuera El País o cualquier otro periódico de esos mediáticos que cuentan con firmas mediáticas. La temática es veraniega, así que prepararos un mojito, o una buena cerveza o un tinto de verano, repanchigaros en la hamaca o tumbona y a leer. SALUD Y FELIZ VERANO.


EL CUARTO MUNDO

–¡Esto es África!
La voz autoritaria del jefe de la tribu retumbó sobre las cabañas de rama del poblado. Empezaba a oscurecer,  y bajo la maleza agreste que rodeaba las chozas, se atisbaban ojos expectantes agazapados en la penumbra.
–Por lo tanto, lo único que necesitamos saber es como sobrevivir un día más. Sobrevivir al desierto, a la malaria, al dengue, al sida, a los insectos, a las infecciones que causa el agua contaminada...
El jefe continuó con la soflama, a pesar de que olvidó otros inconvenientes de carácter reservado, como la experimentación de las compañías químicas, la avaricia de las multinacionales y la especulación de la industria farmacéutica.
–Estamos solos y rodeados de peligros. Aquí no sabemos nada de artefactos extraños que hagan las cosas por nosotros. Por eso, lo único que necesitamos es tener un poco de agua potable. Con saber dónde buscarla y la ayuda del zahorí  nos bastará. Con eso y con defendernos de los leones, de las picaduras de la mosca tse-tsé, de los ataques de las demás tribus, de la voracidad del hombre blanco, de las caravanas de automóviles que cada año llegan y después se van levantando una nube de polvo.
El jefe, ya crecido y en estado semi-hipnótico, parecía dispuesto a no dejar títere con cabeza.
–Esto es la jungla y al que no le guste ya sabe lo que tiene que hacer. Se puede marchar a cualquier lugar de Occidente, atravesar a pie kilómetros y kilómetros de desierto y follaje para después  caer en manos de alguna mafia, o peor aún: exponerse a morir ahogado o axfisiado bajo las tripas de un camión.
–Estamos en plena selva  –bramó el jefe cada vez más encolerizado, como si las hierbas que le había preparado el hechicero le estuvieran enfebreciendo hasta perder el sentido.
–¿Tenéis claro lo que sois y dónde os halláis? ¿Seréis capaces de sobrevivir en la jungla?

miércoles, 15 de octubre de 2014

Los Planetas - Un Buen Dia

El Premio Planeta supone a la literatura lo que los consejeros de Bankia a la reactivación de la economía. Cada año la misma cantinela, eso sí, nunca más de dos o tres premiables. Y siempre aciertan. Lo que no me he explicado mucho es que pintan ahí el resto de los cuatrocientos y pico manuscritos presentados. Eso es lo que me llama verdaderamente la atención. Gente que sabe que va a ser sacrificada sin ni tan siquiera rozarles. Algunos, escritores de cierto “empaque” con la auto-estima por todo lo alto, porque si no, no se explica. A ver: un escritor de, llamémoslo así, provincias, que escribe una novela histórica, o ambientada en la guerra civil, o una saga familiar del siglo pasado en Shangri-La. Al final un tocho de seiscientas páginas, que la tapa dura se ponga bien dura. El hombre escribe en la soledad de su habitación, de espaldas a las corruptelas enquistadas en todos los poros de esta piel de toro afeitado, con toda su buena fe del mundo. Ansioso por que llegue la fecha de convocatoria. Sugestionado ante la jugosa cifra que le permitiría abandonar la soledad de su habitación para los restos. Seiscientos un mil euros. Ahí es nada. Aunque si descontamos la tajada del señor Montoro se queden en tres cuartas partes (o menos, que nunca se sabe). Al hombre le comunican que su novela está entre las diez finalistas. Ojo, hemos pasado de quinientas a diez. Casi casi con derecho a tarjeta black a cargo del imperio Lara. Y el escritor ese, que ya ha dejado la buena fe por ahí perdida en algún tomo de Juan Manuel de Prada, se ve cerca del éxito. Que les den a los cuatrocientos y pico incautos que no han llegado al penúltimo peldaño. Que le den a Delibes, que al parecer no quiso aceptar el premio, digo la participación, que le den a los que dicen que el premio está amañado. Que le den a Bolaño, que se reía de estas cosas. Que le den, por último a Reverte, que no lo tiene en sus vitrinas. Y los nervios empiezan a hacer acto de presencia. Cada vez queda menos para la ceremonia de entrega. Porque este premio, al igual que otros famosos, como el Nóbel, como los Grammys, como los Goyas, como la boda del Principe… se publicita mediante la ceremonia de rigor. La propia palabra ya echa para atrás al noventa por ciento de los que nos dedicamos a escribir en las soledades de nuestra habitación con las ventanas abiertas por donde se ha colado la corrupción. Ojo a esta frase larga, ceremoniosa en exceso. Y el día de la entrega del premio, con todos los medios pendientes del evento, con toda la “inteligencia intelectual” en pleno poniendo rostro de marsopa, con todos preguntándose qué hostias hace ahí ese desconocido con el traje de la primera comunión de su hija, ese día… le dan el premio a la exministra de turno, o al gualtrapas de la columna de la página 3, o al palmero del sarao. En fin, que lo del premio Planeta me produce mucha risa, y que lo mejor de todo es que cada año se superan. Porque no me digáis que lo del 2012 no fue rizar el rizo. Le dieron el premio a un escritor que había publicado media docena de novelas con los mismos personajes. Una saga. Una puta saga. Y lo mejor es que hasta el último momento, cuando abrieron la plica para percatarse del nombre del autor, el jurado no se dio cuenta de quién era el premiado. Lo dicho, un genio el Lara. El mejor premio literario de este país. Si no fuera tan jodidamente bueno a lo mejor me daba algún día por leerme uno de esos premios. Recuerdo que me regalaron “La muchacha de las bragas de oro” y por ahí anda. Pobre Marsé. Quien le diría que con un título así no se le podría escapar el premio. SALUD. 

miércoles, 8 de octubre de 2014

Desde la última entrada en este blog han sucedido algunas cosas.
He presentado mi primera novela "El mar de la tranquilidad" y en esas presentaciones he conocido a gente muy interesante. He abierto cuenta en facebook, pero me sigo quedando con esas personas con las que he charlado e intercambiado ideas y pareceres. La comunicación humana no tiene comparación con ningún tipo de red social. Esto está bien para ciertos momentos, para desfogarte con alguna noticia (hay tantas), pero las personas necesitamos el cuerpo a cuerpo para saber si lo que tenemos dentro es real o no. Cuanta más comunicación, menos manipulación.

Estas fotos sirven para demostrar que mis palabras son sinceras. Personas de carne y hueso con las que me he topado en estos meses. Con muchas de ellas no tengo "contacto virtual". Creo que ahí radica uno de los secretos del entendimiento entre personas. Volver a las primitivas formas de relacionarse, en definitiva.









sábado, 3 de mayo de 2014


VALLE ESGUEVA

Pasear uno de estos días de primavera por el valle Esgueva es zambullirse de lleno en la más auténtica tradición trabajo-naturaleza que el ser humano ha sabido crear. Contemplar los campos, pletóricos del verde cambiante del cereal, es una gozada. Y saber que detrás de todo ello está la mano del paciente labrador, un alivio. No todo es informática made in Korea, ni mensajería instantánea, ni manipulación interesada. Aquí, en estos pueblos de Valladolid, tan cerca de la capital, pero tan alejados del agobio urbanístico, el tiempo aún cuenta. Nos dice muchas cosas. No sólo sobre como va a ser la cosecha. También sobre nosotros mismos. Que resulta que no somos tan importantes como creíamos. Dentro de poco el verde dará paso al amarillo. Siempre con mil y un matices. Y después la cosecha. El ciclo del campo, el ciclo de la vida. Con una pequeña diferencia. La tierra, si se la sabe cuidar, vuelve a renovarse en cada ciclo. Aprender a disfrutar de cada momento nos devuelve a ella. Paseando por las tierras del Valle  Esgueva, por ejemplo.