miércoles, 15 de octubre de 2014

Los Planetas - Un Buen Dia

El Premio Planeta supone a la literatura lo que los consejeros de Bankia a la reactivación de la economía. Cada año la misma cantinela, eso sí, nunca más de dos o tres premiables. Y siempre aciertan. Lo que no me he explicado mucho es que pintan ahí el resto de los cuatrocientos y pico manuscritos presentados. Eso es lo que me llama verdaderamente la atención. Gente que sabe que va a ser sacrificada sin ni tan siquiera rozarles. Algunos, escritores de cierto “empaque” con la auto-estima por todo lo alto, porque si no, no se explica. A ver: un escritor de, llamémoslo así, provincias, que escribe una novela histórica, o ambientada en la guerra civil, o una saga familiar del siglo pasado en Shangri-La. Al final un tocho de seiscientas páginas, que la tapa dura se ponga bien dura. El hombre escribe en la soledad de su habitación, de espaldas a las corruptelas enquistadas en todos los poros de esta piel de toro afeitado, con toda su buena fe del mundo. Ansioso por que llegue la fecha de convocatoria. Sugestionado ante la jugosa cifra que le permitiría abandonar la soledad de su habitación para los restos. Seiscientos un mil euros. Ahí es nada. Aunque si descontamos la tajada del señor Montoro se queden en tres cuartas partes (o menos, que nunca se sabe). Al hombre le comunican que su novela está entre las diez finalistas. Ojo, hemos pasado de quinientas a diez. Casi casi con derecho a tarjeta black a cargo del imperio Lara. Y el escritor ese, que ya ha dejado la buena fe por ahí perdida en algún tomo de Juan Manuel de Prada, se ve cerca del éxito. Que les den a los cuatrocientos y pico incautos que no han llegado al penúltimo peldaño. Que le den a Delibes, que al parecer no quiso aceptar el premio, digo la participación, que le den a los que dicen que el premio está amañado. Que le den a Bolaño, que se reía de estas cosas. Que le den, por último a Reverte, que no lo tiene en sus vitrinas. Y los nervios empiezan a hacer acto de presencia. Cada vez queda menos para la ceremonia de entrega. Porque este premio, al igual que otros famosos, como el Nóbel, como los Grammys, como los Goyas, como la boda del Principe… se publicita mediante la ceremonia de rigor. La propia palabra ya echa para atrás al noventa por ciento de los que nos dedicamos a escribir en las soledades de nuestra habitación con las ventanas abiertas por donde se ha colado la corrupción. Ojo a esta frase larga, ceremoniosa en exceso. Y el día de la entrega del premio, con todos los medios pendientes del evento, con toda la “inteligencia intelectual” en pleno poniendo rostro de marsopa, con todos preguntándose qué hostias hace ahí ese desconocido con el traje de la primera comunión de su hija, ese día… le dan el premio a la exministra de turno, o al gualtrapas de la columna de la página 3, o al palmero del sarao. En fin, que lo del premio Planeta me produce mucha risa, y que lo mejor de todo es que cada año se superan. Porque no me digáis que lo del 2012 no fue rizar el rizo. Le dieron el premio a un escritor que había publicado media docena de novelas con los mismos personajes. Una saga. Una puta saga. Y lo mejor es que hasta el último momento, cuando abrieron la plica para percatarse del nombre del autor, el jurado no se dio cuenta de quién era el premiado. Lo dicho, un genio el Lara. El mejor premio literario de este país. Si no fuera tan jodidamente bueno a lo mejor me daba algún día por leerme uno de esos premios. Recuerdo que me regalaron “La muchacha de las bragas de oro” y por ahí anda. Pobre Marsé. Quien le diría que con un título así no se le podría escapar el premio. SALUD. 

miércoles, 8 de octubre de 2014

Desde la última entrada en este blog han sucedido algunas cosas.
He presentado mi primera novela "El mar de la tranquilidad" y en esas presentaciones he conocido a gente muy interesante. He abierto cuenta en facebook, pero me sigo quedando con esas personas con las que he charlado e intercambiado ideas y pareceres. La comunicación humana no tiene comparación con ningún tipo de red social. Esto está bien para ciertos momentos, para desfogarte con alguna noticia (hay tantas), pero las personas necesitamos el cuerpo a cuerpo para saber si lo que tenemos dentro es real o no. Cuanta más comunicación, menos manipulación.

Estas fotos sirven para demostrar que mis palabras son sinceras. Personas de carne y hueso con las que me he topado en estos meses. Con muchas de ellas no tengo "contacto virtual". Creo que ahí radica uno de los secretos del entendimiento entre personas. Volver a las primitivas formas de relacionarse, en definitiva.









sábado, 3 de mayo de 2014


VALLE ESGUEVA

Pasear uno de estos días de primavera por el valle Esgueva es zambullirse de lleno en la más auténtica tradición trabajo-naturaleza que el ser humano ha sabido crear. Contemplar los campos, pletóricos del verde cambiante del cereal, es una gozada. Y saber que detrás de todo ello está la mano del paciente labrador, un alivio. No todo es informática made in Korea, ni mensajería instantánea, ni manipulación interesada. Aquí, en estos pueblos de Valladolid, tan cerca de la capital, pero tan alejados del agobio urbanístico, el tiempo aún cuenta. Nos dice muchas cosas. No sólo sobre como va a ser la cosecha. También sobre nosotros mismos. Que resulta que no somos tan importantes como creíamos. Dentro de poco el verde dará paso al amarillo. Siempre con mil y un matices. Y después la cosecha. El ciclo del campo, el ciclo de la vida. Con una pequeña diferencia. La tierra, si se la sabe cuidar, vuelve a renovarse en cada ciclo. Aprender a disfrutar de cada momento nos devuelve a ella. Paseando por las tierras del Valle  Esgueva, por ejemplo.

lunes, 24 de marzo de 2014

DR FEELGOOD

WILKO


“Yo me siento bien. Hay algo dentro de mi tripa, un alien, que está creciendo, y un día me matará”.
Quien nos cuenta esto es Wilko Johnson, y no es un escritor de best-sellers escocés, ni un diputado laborista británico. Tampoco es un bróker de la City londinense. Tomarse la muerte a broma no está al alcance de cualquiera. Wilko Johnson es un guitarrista mítico de las islas, uno de los componentes de aquella banda pionera de pub rock y rhytm & blues llamada Dr. Feelgood. Exacto, el doctor siéntete bien, el mejor doctor al que uno puede acudir para curar el cuerpo y despejar la mente.
“Debería de haber muerto hace cuatro meses, y no es así. Es incluso un poco embarazoso.”
El bueno de Wilko, al que le diagnosticaron un cáncer de páncreas incurable a finales de 2012 y al que, supuestamente, no le concedían los galenos más de 10 meses de estancia entre los vivos, dice que eso de que se hubiera tenido que morir hace cuatro o cinco meses, le está creando todo tipo de malentendidos. Le imagino entrando en un Pub de Canvey Island mientras por los altavoces se escucha una de sus canciones “Back in the night”, por ejemplo,  y los colegas mirándole extrañados. Otra vez aquí este fantasma. Seguro que todo no ha sido más que una broma. Una broma pesada de las suyas. El caso es llamar la atención. A ver: como ya no se venden sus discos, de alguna manera hay que hacerse notar...
Y Wilko, que se echa un wisky al coleto y se parte de risa, disfruta de esos momentos como un joven perdido en la noche de Londres, como si no hubiera ya más noches, ni más conciertos, ni más rock.
“Quiero vivir como me gusta. Dormir toda la mañana. Salir a buscar la diversión por la noche”.
Cuando alguien se toma así los asuntos de la vida, la muerte sólo supone darle la vuelta al disco. Y volver a pincharlo de nuevo.
El artículo (de Iñigo López Palacios, para “El País”) termina con el mejor epitafio posible para quien ha vivido la vida intensamente, haciendo lo que le gusta, sin imposiciones ni cadenas de montaje. Un espíritu libre.
“Estoy viviendo mi vida intensamente. Cada uno de mis días es genial. Y he descubierto que la gente me quiere. No lo sabía. La única putada es que no puedo hacer planes a largo plazo. Pero la verdad es que eso nunca ha sido lo mío”.
Grande, Wilko, y no sólo de estatura. Estamos aquí de paso. ¿Por qué aferrarnos a nuestros miedos, a nuestra decrepitud?  Me tomo a tú salud una pinta y bailo  con aquella chica –Roxette- que conocí en aquel concierto que diste en el 89 en la Sala Universal. La chica desapareció, el sudor permaneció en mi piel durante varios días. Era el sudor del rock.


La llorona Letra-Chavela Vargas

jueves, 20 de marzo de 2014

R.E.M. - Shiny Happy People (Video)

LA FELICIDAD

Dicen que hoy es el día mundial de la felicidad. Qué alegría. Todo el mundo tendría derecho a ser feliz aunque sólo fuera un día al año. Y aunque ése día no fuera hoy, cualquier otro valdría.
Claro que, cada uno tendría que hacerlo a su manera. Ahí es donde entraría entonces el concepto de felicidad -en cuanto al de la elección de los días mundiales de algo, ahí no entro-.

Uno puede ser feliz sacando a su perro a pasear por la mañana. Berreando un gol de su equipo en el bar mientras todos se callan y miran. Encontrando un billete arrugado de cinco euros en la cartera, entre extractos de cuentas  y extractos de pagos. Uno puede ser feliz tirando la basura a las doce de la noche y después dando un paseo solitario. También se puede ser feliz sin hacer nada, es la felicidad más baja en calorías que existe, pero funciona. De muchas maneras se puede ser feliz. Tantas como lo contrario. Y ojito con confundir ambos conceptos. Aunque hay un truco muy fácil. La felicidad se la tiene que buscar uno. Lo demás te viene a ti, como la caca de ese perro que pisas cuando paseas solitario después de que tu equipo haya perdido y todos en el bar te lo hayan restregado por los morros. Que se jodan. La felicidad, como concepto en sí, es un soberano aburrimiento. Así que sólo queda esperar a que venga mañana y ver qué día mundial es. ¿El día mundial del tedio? ¿El día mundial de los billetes de cinco euros arrugados? ¿El día mundial de la nada? 

jueves, 6 de marzo de 2014

ABISMOS

Paseas tu desnudez entre abismos
jirones de ausencias
donde se diluye el tiempo malgastado
donde acaba cada noche
mostrando lo inútil de tu fe
Y ya nadie quiere saber de ti
sin tiempo para hurgar en el fracaso
sin más horizonte que el cansancio
sin las caricias pudorosas de la mañana
Borrando del aire las huellas
para concluir el plan determinado
para no moverte ni un ápice del odio
para terminar desangrándote
entre abismos caóticos
                      entre abismos


Rosanne Cash Performs "Modern Blue"

jueves, 20 de febrero de 2014

Forgesound - "Ay Suiza, patria querida" (1976)

SUIZA

En 1976 Forges ya nos advertía donde se encontraba el paraíso al que sólo los elegidos y poderosos podían acceder: SUIZA. 
La historia de los españoles y el país del reloj de cuco ha sido una especie de embudo mercantil de una complejidad pocas veces vista. Mientras los españolitos de a pie emigraban con la maleta y la boina en busca de fortuna y trabajaban de nieve a nieve para enviar el dinero ahorrado a la familia, los “brokers” de la patria se lo apandaban a estos sin necesidad de trenes ni recomendaciones para recolocarlo en alguna cuenta secreta del país del queso. 
Suiza, un país que limita la entrada de ciudadanos europeos pero que recibe sin pestañear todos los millones robados a esos ciudadanos sean o no europeos, que para el caso, como lo que se manejan son cifras y datos encriptados...
Suiza, el país neutral por excelencia, donde se reunían los banqueros para financiar armas y guerras. 
En 1976 (o sea, hace la friolera de 38 años) un tal Luis Eduardo Aute compuso esta letrita que cantó el mismo:

Ay Suiza, patria querida


Con las maletas bien repletas de pesetas
Vuelo a Laussane una vez a la semana
pequeñas sisas pa que viajen mis divisas
que siempre el capital es internacional
Ser patriota no es sinónimo de idiota
yo la bandera la llevo en la billetera
me da canguelo si me huelo algún revuelo
y me sienta fatal la reforma fiscal

Ay Suiza Patria Querida
Ay Suiza de mis amores
Yo tengo una cuenta en Suiza
con muchísimos millones
Vivan las cuentas en clave
la fuga de capital
el tráfico de divisas
viva la Suiza neutral
viva la Suiza neutral
refugio de mi chequera
viva la banca extranjera
con capital nacional


A mí el futuro no me deja sin un duro
lo que he afanado ya lo tengo bien guardado
si la tortilla da la vuelta no me pilla
con una mano alante y con la otra detrás
Yo tengo en Suiza una cuenta muy maciza
es la vacuna que protege mi fortuna
Teniendo pelas no me quedo yo a dos velas
Viva el país de "iras y nunca volverás"


Hoy, 38 años después el país alpino sigue estando de moda entre políticos, tesoreros, empresarios, banqueros...

Hay cosas en este país que no cambiarán nunca, y hay gente como Antonio Fraguas, el Forges, que seguirán contando esas cosas con humor  (y sin olvidarse nunca de Haití). 
Maestro, a este paso no te vas a jubilar nunca. Qué pena, porque en Suiza hay unas vistas maravillosas...

miércoles, 19 de febrero de 2014

The Clash - Spanish Bombs (+lista de reproducción)

The Clash - London Calling (+lista de reproducción)

¡CREETELO! PAGA UNO, LLÉVATE DOS

Eso rezaba una pegatina en el ángulo superior derecho de la foto en blanco y negro de Paul Simonon, donde este golpeaba con furia su bajo contra el suelo del escenario en una actuación en Nueva York.
Yo acababa de cumplir diecisiete años y me lo creí todo de un tirón. Dos por uno, la rabia del punk y la fuerza del rock. Cuando me hice con el disco y lo escuché a punto estuve de largarme a Londres a ver que se cocía allí. Sí, ya sé que el punk había dado sus últimas bocanadas, pero a mí no me iban mucho los Sex Pistols. Yo era más de Los Ramones. Aunque estaba abierto a cualquier sugerencia. En aquellos años los amigos valían para muchas cosas. Unas de ellas era intercambiar gustos. Miguel Ángel, el rubio, me presentó a Bowie. Yo le invité a pasear por las calles del barrio latino de Nueva York junto a Mink Deville. Otro me vino con Police, pero pinchó en hueso, pues tenía un as en la manga llamado Bruce Springsteen. El del río, ni más ni menos, otro doble histórico, tal vez el último. Cuando alguno me venía con los Madness o algo por el estilo yo ya andaba saltando con Specials y Elvis Costello. Siempre fui un poco por delante, porque en eso consiste el rock. Hasta que aparecieron en mi vida Strummer y los suyos. Las leyes de por entonces evitaron que conociera el Hammersmith y me emborrachara en el Soho. Pero no me arrepiento de no haber hecho aquel viaje. Tenía  a los Clash, sus canciones, su irresistible oferta de furia  y verdadero rock and roll. Durante algunos años fue mi biblia negra –ese título que al parecer barajó Joe para su obra maestra–, crecí con sus guitarrazos, sobreviví a varios apocalípsis aferrado a sus mensajes, tarareé sus canciones como si las absurdas leyes no llamaran nunca a las puertas de un Londres  asediado y rebelde.

London Calling to the faraway town, the war is declared and the battle come down... Aprendí todo el inglés que necesitaba en sus letras.  Los Clash no se conformaban con un solo disco, te ofrecían una tarde entera y completa de vida y de acción sin salir de casa. Brand new cadillac, ese rockabilly que te levantaba el ánimo hasta que las piernas empezaban a poseer vida propia. Jimmy Jazz, al que no sólo homenajearon Kortatu, pues bautizaron a un garito histórico de Medina con su nombre, Hateful, con ese ritmo a lo Bo Diddley, Spanish bombs, o cómo resumir la guerra civil española y la transición en un castellano macarrónico, The guns of Brixton, Death or glory, I´m not down... Hasta metieron una canción de propina que no aparecía en los créditos. London Calling, no se volvieron a hacer  discos así, entre otras cosas porque el tiempo pasó para todos, aunque haya cosas que se adelanten a ese tiempo que no pertenece a nadie y unos pocos tratan de apropiarse. Los guitarrazos en clave de morse del final de la canción pueden ser el mensaje secreto que escuchamos en estos tiempos, después de treinta y tantos años. Y la profecía de Strummer cuando canta con voz agónica que “Londres se está inundando, y yo vivo junto al río”. Precisamente ahora, en que todo o en parte es cierto, he vuelto a desenfundar el disco y he hecho ese viaje que nunca hice a Londres. No sé, me quedo con el Londres de los Clash, con 17 años uno quiere ir a muchos sitios, aunque es sólo después de muchos cumpleaños cuando te das cuenta de que esos sitios están dentro de ti. Como las canciones del London Calling. 

sábado, 8 de febrero de 2014

La hora del té


Cada tarde, a las cinco en punto, abro de par en par las puertas del salón y anuncio el inicio de la ceremonia.
¡Señores: La hora del té!
Acuden raudos mis demacrados amigos de infortunio: Rimbaud, Baudelaire, Poe, Valle-Inclán, Hamsun, Celine, Hemingway, Steinbeck, Kerouac, Sylvia Plath, Anais Nin, Carson McCullers, Boris Vian, Henry Miller, Kennedy O`Toole, Gil de Biedma, Carver, Bukowski, Bolaño...
Así paso la tarde, rodeado de dipsómanos y viciosos que han de purgar sus excesos encerrados en esta inexpugnable fortaleza.
Entonces, y una vez atendidas sus cirróticas majestades, me dispongo a escribir esta literatura simple y escueta, insulsa y banal, siempre bajo la supervisión de un buen trago de wisky irlandés.

Ese que me transportará algún día al fantasmal paraíso de los suicidas empedernidos.

lunes, 3 de febrero de 2014

Snow in San Ambrogio



Snow in San Anselmo
Van Morrison
(Hard nose the highway. 1974)
INVIERNO


Esta madrugada ha caído la primera nevada del invierno en La Ribera.
Los niños arrebañan la nieve de los coches mientras van al colegio.
Los parques se han cubierto de nieve esperando la llegada de algún pájaro que pose su levedad en un columpio y cante al frío y a la sorpresa.
El Duero discurre flanqueado de árboles tapizados del mismo material del que están hechos los ríos. Pero nada más diferente esta mañana que la nieve y el agua. Basta con fijarse en como todo fluye, incluso los copos de nieve que gravitan para desaparecer en el Duero.
Dentro de unas horas sólo permanecerá la nieve en las montañas.
Y las gotas en que se han deshecho navegaran rumbo a Portugal.
Allí también tienen invierno. Aunque una vez, en Andorra, conocí a un portugués que no había visto la nieve en su vida.
Y el día que la vio, no pudo por menos de arrebañar una buena bola para arrojarnosla por la espalda.

Como los niños que esta mañana han quitado la nieve de mi coche.


lunes, 27 de enero de 2014

Cada cuatro años
El Cabrero


Cada cuatro años se visten de limpio,
salen de su torre, bajan del Olimpo,
van a los mercados, visitan asilos
y, al que pide agua, le ofrecen el Nilo

Cada cuatro años es la misma farsa,
la metamorfosis, la gran fantochada.
Guardan el Armani, rescatan la pana,
la Marcha real y el que Viva España

Cada cuatro años vuelven a la cancha
con el mismo lema: todo por la pasta
Venden a su padre, venden a su amigo
y se venden ellos si fuera preciso.

Cada cuatro años, la gran caravana,
se sienten atletas - el poder no cansa -
llegar a la meta, repetir hazaña
y, si hubo ruina, pintar la fachada.

"Cada cuatro años", live en la Jimmy Jazz Gasteiz



Emiliano Domínguez ZAPATA

jueves, 23 de enero de 2014


CIUDADANO CAN

En el pueblo la gente hablaba mal de mí.
Sólo  porque tenía un negocio que me iba bastante bien y en el que daba trabajo a cualquiera que lo solicitase.
Especialmente a mujeres, inmigrantes y jóvenes recién licenciados.
Un día, en la sección de cartas al director, un joven que se creía Einstein pero no era nada más que un vago que no quería trabajar para mí, publicó una carta ofensiva.
Con las ganancias de los sueldos que no pagaba compré el periódico local. De esa manera evité comentarios, rumores e infundios periodísticos.
Aunque no pude evitar que en la radio provincial la tuvieran tomada conmigo. Decían que estaba contaminando las aguas del río con los vertidos ilegales de mi empresa.
Con el dinero que ahorré en filtros y depuradoras me hice con la radio provincial.
De esta forma se dejaron de escuchar noticias relacionadas con mis asuntos empresariales.
Hasta que en un informativo especial de la tele regional emitieron un programa sobre las causas de mi éxito empresarial. Algún avispado periodista decía cosas absurdas, como que recibía adjudicaciones, re-calificaciones, ayudas y demás prebendas monetarias. No era del todo cierto.
Sólo eran intercambios fraternales que recibía de los amigos a los que trataba bien en la prensa local y en la televisión provincial. Y como personas educadas que eran, esos amigos sabían ser agradecidos.
Como prueba de su agradecimiento y amistad, de vez en cuando me invitaban a sus fiestas, donde entre copa y copa de Dom Pérignon hacíamos pequeñas operaciones financieras,  más que nada por divertirnos, sin ánimo de lucro, porque a todos nos gustaba jugar al monopoly de pequeños y aquello era mucho más excitante.
Tan bien nos llevábamos que de vez en cuando me concedían alguna suculenta subvención.
En vez de invertir el dinero de las subvenciones en la seguridad y la modernidad de mis empresas, decidí hacerlo en adquirir la tele regional.
Un día llegaron a mí rumores de que un político, aburrido y resentido porque no le invitaban a ninguna fiesta,  había manifestado en voz baja una opinión despectiva sobre mis negocios.
Mi decisión fue fulminante. Con el poder de la tele regional y gracias a mis contactos fraternales y a una bacanal un poco subida de tono, conseguí hacerme con el control del partido político discordante.
Pero al resto de partidos les inquietó aquella maniobra tan ladina y calculada y empezaron a circular difamaciones y acusaciones sin mucho sentido. Ellos lo llamaban oposición constructiva.
Para mí que se estaban inmiscuyendo en asuntos que no eran de su incumbencia.
Mi reacción fue echar mano de todas mis influencias, mi dinero, mis amistades, mis medios de comunicación y así logré ganar las elecciones con una ventaja aplastante sobre el resto de partidos.
Pero como aún había irresponsables que preferían votar a otros partidos, una vez llegué al poder me fui haciendo poco a poco con todo el país, con sus periódicos, los consejos de administración de sus empresas, sus plataformas digitales, las acciones de todos los bancos, la voluntad de sus jueces, la capacidad de pensar de sus mentes…
Cuando ya creía tener todo bajo control decidí  retirarme una temporada y regresé a mi pueblo natal.
Me entristeció comprobar que no quedaba ni rastro del periódico local, ni de la radio provincial, ni de la televisión regional, ni de la gente que había trabajado antiguamente en mis fábricas.
Todo y todos habían desaparecido hacía tiempo y los pocos que quedaban fingían no conocerme.
Era deprimente encontrarse, después de tanto trabajar e intrigar, con no tener nada ni nadie a quien eliminar.
Así fue como una noche de insomnio, la primera de mi vida por cierto, me dio por empezar a criticarme a mí mismo.
Desde entonces ando sobresaltado con la idea de que alguien que se parece mucho a mí  trata de secuestrarme, de imponerme sus descabelladas ideas y,  al no conseguirlo, de arrojarme envuelto en un bloque de cemento a uno de los ríos que contribuí a envenenar.


Este relato pertenece a mi primer libro "Gente sin tino" y obtuvo un premio en un pueblo de Albacete, Munera, "El molino de la bella Quiteria", en verano del 2003. Un premio con resonancias cervantinas, por tanto.El relato estaba escrito mucho antes y en parte es una premonición de la podredumbre con la que nos intentarían sepultar algo después.Enlazando una cosa con otra, llegué a la conclusión que sólo había dos formas de encarar esa indigna inmundicia que la mayoría llama crisis cuando no es más que otra estafa de los de siempre.Sanchos y Quijotes. A partes iguales. Y que el viento de los molinos espolee sus anhelos.



domingo, 19 de enero de 2014


  

GAMONAL

En Gamonal las calles han estallado, por fin. La gente, harta de mamoneos, corrupción, despilfarro, paro, precariedad y un futuro inexistente, ha salido a la calle a decir: BASTA YA.

El detonante ha sido un bulevar, pero podría haber sido un museo, un paseo, un aparcamiento o incluso un aeropuerto. Este país se ha llenado de mamotretos que ahora nos escupen a la cara para qué han sido construidos: enriquecer aún más a unos pocos y empobrecer, más todavía, a la inmensa mayoría. Esa mayoría que les gustaría que fuera silenciosa. Pero todo tiene un límite, y cuando el subsidio no da para más, te cortan la luz y tienes que comer con un pollo durante varios días, no te queda otra que salir a la calle. Y cuando, como en Gamonal, la gente sale a la calle es porque ha descubierto que hay otra democracia. Una democracia que no caduca al segundo día de cada cuatro años. Una democracia que no es utilizada para aplastar a los débiles. Ni para recortar servicios sociales y libertades individuales y colectivas. Porque cuando meten la tijera lo primero que hacen es llevarse por delante tu libertad para dejar en su sitio el miedo a perder más. Son lentejas, nos dicen. Y si tienes la suerte de encontrar un curro ya sabes lo que toca. A tragar. Así es como quieren seguir esos empresarios de éxito y esos mandamases que tan buenas migas hacen con sus amigos los políticos. Tal para cual. Hasta que las calles explotan (metafóricamente), y en un barrio de una ciudad conservadora de Castilla la gente se une para defender lo que creen justo. Eso es democracia, también. Aunque provenga de la calle, de la puerta de casa. Y es una democracia mucho más sana, porque puedes ver la cara de tu vecino, la pancarta del tendero donde compras el pan. Y eso hace que la gente se sienta mejor. Porque nos habían arrebatado la dignidad y el orgullo y gracias a Gamonal lo vamos a recuperar. Eso es lo primero para salir de esto. Empezar a sentirnos un poco más fuertes, mejor, más unidos. Más libres para decir lo que pensamos: que a partir de ahora ya sabemos, con total seguridad, donde se encuentra la verdadera democracia. El poder del pueblo. El poder de decidir cómo quiere edificar sus barrios, de qué manera quiere transitar por sus “bulevares”, quienes van a ser sus “políticos” y que es lo que van a leer en la prensa. Basta ya de manipulaciones,  porque estamos hartos ya de que nos impongan su sistema de pérdidas y ganancias, de que nos arrinconen en casa, a oscuras, lamiéndonos nuestros miedos. La gente de Gamonal ha vencido ese miedo. Por eso hoy pueden pasear, libres, por las calles de su barrio. Y nosotros también.

miércoles, 15 de enero de 2014

EN LA LIBRERÍA


Me cuenta un amigo librero que el otro día entró por la puerta un cliente. Venía preguntando por el último libro del ex­-presidente que fue incapaz de ver la crisis. No le tengo, le dijo el librero, ese tipo de libros no me interesan. Pues usted que se lo pierde, le debió de contestar al librero o algo por el estilo. Al día siguiente llegó una nueva clienta preguntando por el segundo tomo de las memorias del ex presidente que no fue capaz de ver las armas de destrucción masivas en Irak.  No le tengo, le dijo el librero, es un tipo de libros que no trabajo. Pues debería de hacerlo, le dijo la clienta, que no están los tiempos como para desdeñar unos buenos ingresos. De paso se puso a curiosear por las estanterías buscando el libro de Belén Esteban, el best-seller de las Navidades. Allí estuvo la buena mujer diez minutos hasta que cayó en la cuenta de que si no tenía el libro de su genovés  preferido, menos tendría el de la princesa del pueblo. Y se fue. A los pocos días apareció un nuevo cliente. En esta ocasión venía preguntando por un libro donde se explicaba todo lo que queríamos saber pero temíamos preguntar sobre la gestación de la crisis. Nadie mejor que el ex ministro de economía del anterior gobierno para esclarecérnoslo, con información confidencial y cartas secretas guardadas en la manga. La contestación del librero fue la misma. Ni le tengo ni me interesa. Ya, le dijo el cliente un poco azorado, a mí tampoco es que me interese mucho, pero seguro que tiene algunas confesiones de interés para...  ¿Para quién? Le contestó secamente mi amigo librero, que no solía cortar a sus clientes y les dejaba hablar, la mejor manera de conocerlos y luego saber qué libro recomendar. Verá, le dijo el librero, ya un poco cansado de que su negocio se hubiera convertido en un lugar de peregrinación de ovejas descarriadas del rebaño, mientras yo esté regentando esta librería aquí solo entrarán libros de verdad, obras de la literatura, libros decentes que cualquier persona pueda leer, libros para entretener, para pasar el rato, para reír, para llorar, para que quien lo lea se sienta vivo y sea un poquito más sabio que cuando entró aquí. Y como da la casualidad de que nada de eso se cumple en esos libros que les escriben a ex presidentes, ex ministros o ex tertulianas, por eso ni me molesto en pedírselos al distribuidor. No los necesito, ni para vivir ni para aprender. ¿Queda claro?  Ahora, si quiere que le aconseje alguna lectura para estos días lo puedo hacer con mucho gusto, porque forma parte de mi negocio y de mi actividad.  Bueno, le debió de contestar el cliente, si se pone usted así... ¿qué me aconsejaría?

Y ahí fue cuando el librero empezó a ver el cielo abierto. Un cliente que quiere conocer las cosas por sí mismo, no las trolas que le van a contar unos estafadores. Y empezó a sacar de las estanterías un libro tras otro. Quiere crisis: aquí tiene “Democracia” de Pablo Gutierrez. Quiere burbujas inmobiliarias: “Crematorio” de Rafael Chirbes. Si quiere reírse un rato aquí tiene este: “Karoo” de Steve Tesich. Acción: “El misterio de la cripta embrujada” de Eduardo Mendoza. Si quiere desasosiego aquí tiene este “La carretera” de Cormac McCarthy. Si quiere leer cuentos: Gonzalo Calcedo. Poesía: Ángel Rodríguez. Ensayo: Juan Carlos Monedero. Si quiere un libro sobre perdedores: “El anarquista que se llamaba como yo” de Pablo Martín Sánchez... Epopeyas: “Herejes” de Leonardo Padura. Al final, mi amigo el librero le recomendó un libro auto-editado: “La República Independiente de San Nadie”, y de propina le obsequió al cliente con una confesión y un  consejo. Mire, le dijo al cliente, no se ofenda, pero estos impresentables que ahora vienen a contarnos todo lo que saben,  en su momento  intervinieron, por acción u omisión, en crear la situación que ahora todos padecemos. Y lo peor de todo es que una editorial muy influyente y poderosa les pague una fortuna por perpetrar estos mamotretos. Eso es la cuadratura del círculo, primero nos arruinan y después sacan tajada. Pues conmigo que no cuenten, si me tengo que arruinar lo haré yo solito, no con la ayuda de nadie, y menos de estos tipejos. La literatura es una de las pocas cosas libres que  quedan en este mundo. No la prostituyamos.  
El cliente se fue con el libro más contento que unas castañuelas y el librero quedó aún más. En cuanto a quien esto escribe, ni les cuento...

viernes, 3 de enero de 2014



(Julio Cortázar. 1914-1984)


RAYUELA


Conozco el camino hacia el CIELO. Dijo, la maga, cerrando los ojos.
Y  esa noche todos nos quedamos petrificados, como estatuas de sal.
Como desfilan las ánimas del PURGATORIO.
Llovía en París, aguacero de absenta y faroles
a media luz que proyectaban sobre los adoquines figuras espectrales.  Las
esquinas ululaban historias apócrifas sobre los moradores de la bohemia.
Todas las sombras se dirigían en tropel al INFIERNO,
pues  era el camino más corto hacia el éxito. La maga
quiso hacerle una visita a Jim, el más bello y salvaje.
Père-Lachaise quedaba lejos de allí, además, Jim aún
no  había regresado de su último viaje a las puertas de la percepción.  
En ese momento el mundo empequeñeció, y el argentino intentó perseguir
el sonido hiriente de un saxo tenor que sonaba a lo lejos.  
Los demás seguimos a lo nuestro: embadurnar paredes,  
romper folios, beber la vida… Todos menos el ciego, él jamás sería capaz
de atravesar la línea de sombra, de avanzar un poco más allá.